En la última semana, varias personas han sido desalojadas de las dos reservas naturales de la costa de Valle Gran Rey. Sus desechos también han sido retirados.
En el caso de la zona del Charco del Conde, lo principal a proteger (tanto por la Directiva Europea de Hábitats como por la red de espacios protegidos del Gobierno de Canarias) es la población de los tarajales.
Cumplen la valiosísima función de filtrar la carga salina erosiva del aerosol marino, por lo que están protegidos en todas las Islas Canarias. Además, ofrecen refugio a un gran número de aves, que de otro modo no encontrarían zonas de retiro en nuestras zonas costeras desarrolladas, y forman una barrera contra las influencias humanas hacia el mar.
En el bosque de esta planta, que ni siquiera se permite tocar en excursiones autorizadas con alumnos, estas personas han pisado amplios caminos en la vegetación y se han cortado poderosos árboles con troncos de más de 15 cm de diámetro para crear varios pequeños oasis en los que será un placer vivir gratuitamente.
En mi opinión, la base de la aparición de estos problemas radica en un desconocimiento muy amplio de los valores naturales en general y de los que se encuentran en nuestra puerta en particular – especialmente, por supuesto, entre nuestros huéspedes.
Si entran en la página del visor de grafcan, y marcan en la barra lateral derecha la casilla con espacios protegidos, descubrirán un mundo de información acerca de nuestros bienes más valiosos. Con un click en cada espacio se pueden descargar una ficha y hasta los planes de gestión.